Jesucristo fue un hombre que vivió hace aproximadamente veinte siglos en la provincia romana de Judea, donde hoy se ubica Israel y los territorios palestinos. Según cálculos históricos, vivió treinta y tres años. Hasta los 30 no hay muchos datos sobre sus actividades, salvo relatos puntuales.

Se cree que trabajó como carpintero hasta empezar un periodo de 3 años dedicado a predicar que las promesas sobre la venida del mesías de la Biblia hebrea se estaban cumpliendo en él. Su labor terminó, aparentemente, al ser ejecutado bajo falsas acusaciones de sedición.

Sin embargo, los relatos y testimonios descritos en los cuatro libros que conforman el Evangelio nos muestran que la historia de Jesús no acabó ahí: él resucitó al tercer día de morir y está vivo, dejando un impresionante legado a través de sus discípulos. Y esto es así porque é no era, y no es, solamente un hombre: Jesús es Dios.

Si hablamos de la presencia de Jesús en la tierra en "carne y hueso", su biografía comienza alrededor del año 1 de nuestra era. Jesús nació de forma sencilla, en el establo de un hostal, y no se destacó ni por su apariencia, pues era común, ni por riquezas, que no tenía.