Dónde encontrar la paz

Fragmento del artículo Años de crisis, años de paz, originalmente publicado en Actualidad Evangélica el 5 de enero de 2021. Republicado con permiso del autor.

Recuerdo cómo hace unos 15 años se podía ver junto a los contenedores de basura muebles “a estrenar”. Recuerdo a la gente donando ropa con la etiqueta todavía puesta. Recuerdo innúmeras grúas de construcción levantando nuevos edificios. Y recuerdo ver las calles comerciales llenas de gente comprando todavía más. Me ponía a pensar: ¿tendrá algún límite esta prosperidad? La gente parecía que ya no necesitaba nada más, pero tampoco tenía paz. Y entonces llegó 2008 y la gran recesión.

Y también llegó el 2020, y ahora el 2021, y podemos preguntarnos: ¿cómo sentir paz en tiempos tan difíciles de crisis que se suceden? ¿No está el mundo en auge? ¿Por qué tenemos que sufrir? ¡Queremos el bienestar perdido! Pero dijo el sabio (Eclesiastés 9:7) que no hay sabiduría en esa forma de pensar. De hecho, por pensar así es que hay una pandemia de desesperación, activa desde mucho antes que el Covid-19, asolando todo el planeta, porque aún en los tiempos de prosperidad no había paz.

Para esa enfermedad ya endémica la gente ha buscado el antídoto en calmantes evasivos, como una afición o unas vacaciones; o bien en la autodestrucción progresiva por medio de los excesos. El resultado es una sociedad autoengañada que, en su vacío, en su fracaso por encontrar la verdadera paz, ha decidido aceptar y promover abiertamente el fin de la vida como solución admisible, incluso para los que ni la han vivido. Y lo hace porque no sabe vivir, porque vive sin paz.

Es evidente que no tendremos paz si la buscamos en el bienestar momentáneo. La prosperidad no llena a nadie. Puesta la esperanza en ella, una vez quitada ya no queda nada. La paz verdadera solo la encontramos si la buscamos más allá de lo que vemos y sentimos. La encontramos con una perspectiva trascendente, con la convicción de lo que no se ve y la certeza de lo que se espera (Hebreos 11:1). Un futuro que es un eterno final feliz de la historia, que ya podemos empezar a disfrutar y que nos lleva a sentir una paz interior cuando no hay paz alrededor.

Esa paz solo se encuentra en la persona que es la Palabra por la que se escribió la historia: Jesucristo. Él da una paz que nadie puede dar (Juan 14:2) y nos tranquiliza diciendo (Mateo 24:6) que no debemos alarmarnos cuando nos lleguen las noticias más preocupantes, pues es necesario que todo esto suceda. Podemos tener paz, sea cual sea el capítulo en el que nos toque vivir, si la buscamos en el Autor y en su Palabra.

La Biblia nos dice que con Dios podemos sentirnos alegres, aunque haya guerras, desabastecimiento y desempleo (Habacuc 3:16-18). Nos dice también que en él podemos sentirnos acogidos, aunque parezca que ya no tenemos a nadie (Salmo 27:10). Afirma, además, que con Dios podemos no solo sentir una paz incomprensible, aunque nos persigan y rechacen (Filipenses 4:6-7), sino ser instrumentos de paz, aunque seamos desahuciados y desarraigados (Jeremías 29:7). Y nos dice que con Dios no hemos de temer malas noticias (Salmo 112:5-7) ni conspiraciones (Isaías 8:12-13), sino que seremos nosotros los portadores de las buenas noticias (Marcos 16:15), acompañados por Jesucristo hasta el fin (Mateo 28:19-20).

Busca la paz de Dios, a través de Jesucristo. Una paz que sobrepasa todo entendimiento y que muchos hemos experimentado y experimentamos a pesar de sufrir pérdidas, tiempos de necesidad, enfermedades y a pesar del 2020. Aunque el 2021 sea otro año de crisis, también puede ser un año de paz si lo vives en compañía del Dios de paz (Hebreos 13:20-21).


Mateus Rodrigues de Mendonça, periodista

* Las opiniones de los autores son a título personal y no representan necesariamente la posición de la Iglesia Evangélica Presbiteriana de España.